Conoce al Espíritu Santo
¿Quién es el Espíritu Santo?
El Espíritu Santo es una persona, es miembro de la Santísima Trinidad: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo: son tres personas distintas y un solo Dios verdadero. Jesús al despedirse de sus apóstoles les ordenó bautizar a la gente “en el nombre del Padre y del hijo y del Espíritu Santo” (dándoles así igual importancia a las tres Personas).
El Espíritu Santo es una Persona que está siempre presente en el alma del que cree, y del que ama a Dios.
¿Qué nombre le da la Sagrada Biblia al Espíritu Santo?
La Sagrada Biblia le da al Espíritu Santo los nombres de “abogado, Consolador, Paráclito”. Esta palabra indica a uno que se coloca a nuestro lado para defendernos, para ser nuestro amigo, para darnos los consejos que necesitamos y animarnos en los momentos difíciles.
¿Cuántas veces fue anunciada la llegada del Espíritu Santo?
La venida del Espíritu Santo fue anunciada tres veces en la Sagrada Biblia:
– Por Juan Bautista: “después de mí, viene otro más fuerte que yo: El os bautizará en el Espíritu santo y el fuego (M.3,1).
– Por Jesucristo en la Ultima Cena: “El abogado, El Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, ese os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Jn 14, 26).
– Antes de la Ascensión: Jesús anunció: “Seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de pocos días. Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros y seréis mis testigos (Hechos 1,5).
¿Antes de Pentecostés había venido el Espíritu a algunas personas?
Sí. La Sagrada Biblia cuenta que antes del día de Pentecostés, vino el Espíritu Santo al menos cinco veces a personas especiales, así:
1) El ángel Gabriel anunció que “Juan Bautista estaría lleno del Espíritu Santo, aún desde el vientre de su madre” (Lc. 1, 15).
2) El ángel le dijo a la Virgen María: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios” (Lc. 1,35).
3) San Lucas dice que “Isabel quedó llena del Espíritu santo y exclamó; bendita tú entre todas las mujeres”.
4) De Zacarías, padre del Bautista dice el Evangelio: quedó lleno del Espíritu y profetizó.
5) La noche del domingo de resurrección, cuando Jesús resucitado se apareció a sus discípulos, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo (Juan 29,22).
¿Qué obras hace el Espíritu Santo en las personas?
1. Imparte luz
El Espíritu Santo abre el entendimiento del discípulo. Este es un papel esencial en el plan divino de la redención. Los que son del Señor necesitan luz para entender las verdades espirituales. La persona humana no tiene la capacidad del buen entendimiento espiritual sin la iluminación del Espíritu Santo.
El día de la Resurrección Jesús iba con dos hombres por el Camino de Emaús. Los dos no reconocieron a Jesús sino hasta que les “fueron abiertos los ojos” (Lucas 24, 31). Y lograron entender la Palabra de Dios “cuando les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras”. (Lucas 14,45). Esto mismo sigue haciendo hoy el Espíritu Santo: sigue abriendo e iluminando nuestro entendimiento para que comprendamos la Palabra del Señor.
2. Da valor para dar testimonio
Dijo Jesús: Recibiréis el poder del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos hasta el extremo de la tierra. (Hechos 1,8).
San Pedro decía: los hombres santos que hablaron de parte de Dios, no hablaron por voluntad humana, sino inspirados por el Espíritu Santo (2°. Pedro 1).
3. El Espíritu Santo convence del pecado y da ánimos para combatirlo.
Una de las obras más admirables del Espíritu Santo es el convencernos del pecado y darnos una gran fuerza para combatirlo y evitarlo.
El individuo puede ser informado, puede ser objeto de prédicas, y puede aceptar mentalmente; pero mientras que éste conocimiento no se vuelva algo personal e interno a través de la obra del Espíritu Santo no habrá antipatía al pecado ni fuerza suficiente para cambiar la vida.
La obra del Espíritu Santo es preparar el corazón del hombre para que reciba la redención que le trajo Jesucristo. Y la primera preparación tiene que ser el arrepentimiento de los pecados. El Espíritu Santo llama la atención de las personas acerca de lo asqueroso, dañino y digno de repudio que es el pecado, sobre todo el pecado de incredulidad, de falta de amor y el egoísmo.
El Espíritu Santo no deja en paz el corazón del discípulo que peca. Le inspira la convicción de que es absolutamente necesario liberarse de pecado que lo separa de Dios. Así el Espíritu Santo va guiando al individuo hacia la madurez espiritual.
No es que el que recibe el Espíritu Santo ya no peque más. Pero sí buscara siempre ésta armonía con Dios, hacer la Voluntad de Dios. Y cuando, por debilidad, cae en el pecado, el Espíritu Santo lo ayuda a salir de ese pecado, ya antes de caer le da fuerza para vencer la tentación. Pero si cae, lo anima luego a que busque prontamente la amistad con Dios. No lo dejará tranquilo en su pecado.
Lo temible no es una persona que peca, lo terrible es una persona que peca y sigue tan tranquila en su pecado. Judas robaba y siguió robando tan tranquilamente que llegó a vender al Señor por unas monedas. En cambio, Pedro lo negó tres veces, pero lloró tanto que llegó a tener dos canales en la cara de tanto llorar. El Espíritu Santo lo hizo odiar su pecado.
4. Instruye en la Verdad
Como maestro y consejero en la vida espiritual el Espíritu Santo da instrucciones al corazón de quien está atento a su enseñanza.
El conocimiento o sabiduría que se puede encontrar en libros o en clases o conferencias no se puede comparar con las maravillosas verdades que el Espíritu Santo lleva a la mente de quien le tiene fe.
En un mundo donde hay tantos profetas falsos que proponen como verdades lo que son meros engaños y falsedades, ¿dónde podremos encontrar la verdad sin peligro de equivocaciones? Al leer la Sagrada Biblia, la persona instruida por el Espíritu Santo empieza a tener la capacidad de distinguir entre lo verdadero y lo falso. (Es lo que se llama olfato espiritual: saber distinguir entre lo que es verdad y lo que no lo es).
Es lo que hizo con los primeros apóstoles: tomar la verdad del Padre celestial y pasarla a los discípulos (Juan 16). Cuando el Espíritu Santo vino a los Apóstoles les hizo entender todas las verdades que Jesús le había enseñado.
5. Consuela
Cuando los apóstoles podían estar tristes por la desaparición del Redentor el Espíritu Santo vino a consolarlos. Y esto hace con nosotros: Hay momentos muy difíciles cuando la persona piensa que no puede soportar más un dolor, una pena, una desgracia. Es entonces cuando llega a nuestro lado el “Consolador” y nos ayuda a comprender y aceptar el sufrimiento como parte del plan de Dios. Nos recuerda que “todo redunda en bien de los que aman a Dios”, y que Dios puede sacar bien del mal (que no hay mal que por bien no venga como dice la gente).
Sin la obra del Consolador nosotros experimentamos una amargura tal en las penas, que no encontraríamos lenitivo ni remedio suficiente para aceptar nuestras amarguras. Su consuelo es suficiente para poder sobrellevar cualquier pena de la vida, por grande e inesperada que sea.
6. Revela secretos
Cuando Jesús reveló a los discípulos las persecuciones que en el futuro iban a sufrir, esto los preparó a seguir adelante a pesar de todas las dificultades que encontraban.
De la misma manera el Espíritu Santo ilumina a sus amigos LAS GRANDES COSAS QUE DIOS TIENE PREPARADAS PARA LOS QUE LO AMAN. Y esto anima a seguir trabajando por el bien aún cuando en el presente no se vean los resultados.
Al anciano Simeón el Espíritu Santo le había revelado que no moriría sin ver al Hijo de Dios (Lucas 2) y esto lo animaba a ir todos los días al templo hasta que logró su gran esperanza.
A muchas personas les recuerda de manera tan viva y atrayente la gloria que en la eternidad espera a los que aman a Dios y observan sus mandamientos, que este solo recuerdo les lleva a abandonar el pecado y dedicarse por completo a hacer obras buenas.
7. Nos llena de amor de Dios y del prójimo
El Espíritu Santo (especialmente por medio de la lectura de l Sagrada Biblia) nos entusiasma de tal manera por Dios, que nos lleva a enamorarnos totalmente de El. Y nos recuerda frecuentemente que el prójimo representa a Cristo, y que todo lo que hacemos a los demás, aunque sea a los más humildes lo hacemos a Jesucristo (Mateo 25). Este pensamiento hace que amemos a los demás y los llenemos de favores, aunque no tengan cualidades que nos atraigan.
8. Nos pone en buenas relaciones con Dios
Hay dos poderes en el interior de nosotros luchando por conquistar nuestra amistad.
Dios busca mantenernos en su amor, y Satanás lucha por ejercer dominio sobre nosotros.
El Espíritu Santo tiene como misión especial hacer que nosotros escojamos bien entre los dos señores que buscan nuestro querer, y que escojamos a Dios como nuestro Padre y a Cristo como nuestro hermano. Y rechacemos por completo todo lo que signifique esclavitud a Satanás, al pecado y al vicio.
Cuando un individuo acepta a Dios como Padre, y a Cristo como a hermano y jefe indiscutible, empieza a gozar de una serie de privilegios. Primero que todo, llega a ser hijo de Dios. Como es hijo, se convierte en heredero de todo lo que Dios tiene. Y como permanece unido a su Dios como rama al árbol, tiene derecho a que se cumpla lo que prometió Jesús pedid lo que quisiereis y se os dará- Ya no es esclavo sino Hijo de Dios (Juan 16).
9. Reparte dones
La Sagrada Biblia trae la lista de los dones que reparte el Espíritu Santo. Estos no son producto de la iniciativa o merecimiento del hombre sino, dones inmerecidos, dados por el amor de Dios al hombre. Son dados con el propósito de que hagan provecho a todos.
Cuando el creyente recibe un don del Espíritu Santo tiene la responsabilidad de usarlo bien. Lo mejor es olvidarse de sí mismo y poner los dones al servicio de los demás.
He aquí una de las listas de dones o regalos del Espíritu Santo según la Sagrada Biblia:
“Hay diversidad de dones pero uno mismo es el Espíritu Santo que los regala. A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad: a unos les es dada por el Espíritu la capacidad de hablar con sabiduría, a otros la capacidad de hablar con ciencia, a otros una gran fe, a otros el don de curar por el mismo Espíritu; a unos el de saber distinguir entre los espíritus verdaderos y los espíritus falsos y a otros el poder de hacer milagros y a otros el don de profetizar mensajes divinos; a unos el don de hablar en diferentes lenguas… todas estas cosas las obra el único y mismo Espíritu que distribuye a cada uno según quiere” (1 Corintios 12).
¿Cómo narra la Sagrada Biblia la venida del Espíritu Santo?
En el Libro de los Hechos de los Apóstoles, capítulo segundo, la Sagrada Biblia narra así la venida del Espíritu Santo.
2 (1) Cuando llego el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo sitio (2) y de repente vino del cielo un gran ruido semejante a un viento fuerte, que lleno toda la casa donde se encontraban, (3) Y vieron aparecer lenguas como de fuego, que dividían y se posaban sobre cada uno de ellos.
(4) Todos fueron colmados del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otros idiomas, según el Espíritu Santo les concedía expresarse. (5) Había entonces en Jerusalén israelitas piadosos, procedentes de todos los pueblos de la tierra. (6) Al oír aquel ruido, se congregó la multitud y quedó asombrada, pues cada uno les oía hablar en su propio idioma.
(7) Atónitos y maravillados, se preguntaban: -Pero, ¿no son galileos todos estos que están hablando? ¿Cómo pues, cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua nativa?
(12) Estaban pues todos atónitos y perplejos, y se decían unos a otros:
¿qué podrá ser todo esto? (13) Pero otros se burlaban diciendo: – Han bebido demasiado vino.
(14) Entonces Pedro se puso de pie con los Once y habló en voz alta: – hombres de Judea y habitantes todos de Jerusalén, comprended bien esto; prestad atención a mis palabras. (15) Estos hombres no están embriagados como suponéis, pues apenas son las nueve de la mañana. (16) Esto es lo que anunció el profeta Joel:
(17) En los últimos tiempos, dice Dios, derramaré mi Espíritu en los hombres; profetizarán vuestros hijos e hijas.